Renacimiento, barroco y clasicismo : historia de la arquitectura, 1420-1720 / Jean Castex ; traducción, Juan A. Calatrava.
Madrid : Akal, 1994 [09].
389 p. : il.
Serie: Akal Arquitectura ; 4.
/ 27918 / ES / Libros / Arquitectura barroca / Arquitectura del Renacimiento / Clasicismo en arquitectura
📘 Ed. impresa: ISBN 9788446003175
Cita APA-7: Castex, Jean (1994). Renacimiento, barroco y clasicismo : historia de la arquitectura. Akal.
ehuBiblioteka BCG A-72.034 REN
https://ehu.on.worldcat.org/oclc/34206726
[.es] Desde el inimaginable ‘golpe de estado’ de la construcción de la catedral de Florencia hasta el triunfo del clasicismo en la columnata del Louvre, Jean Castex recorre con fluidez y claridad el espacio de tres siglos de arquitectura, incluyendo una nueva revisión de las figuras mayores. Miguel Angel y Palladio, Delorme y Mansart, junto a tantos que creemos conocer a la perfección, se nos presentan ahora en este libro en toda su novedad y relevancia.
La omnipresencia de las imágenes, cuya retórica gobierna la arquitectura y se insinúa en la ciudad, revela una opción: parafraseando a G.C. Argan, no dudaremos en afirmar que bajo la retórica de las imágenes subyace una política de las imágenes. Se abre un periodo de propaganda intensiva y multiforme que parece responder a la crisis de la que hablábamos en la introducción, crisis que es a su vez también general y multiforme. Lo que diferencia a la propaganda barroca de todo lo que hemos podido ver hasta ahora es su amplitud, pero también los medios de que se vale: lo propio de la imagen barroca es que suspende las facultades intelectivas; la imagen no demuestra sino que muestra, incita a actos, excita a ciertas prácticas reales y concretas. Se trata, pues, de una vasta empresa de dominación, de educación, de ‘edificación’, que se apoya en la ciudad, en la arquitectura, en las artes visuales.
La omnipresencia de las imágenes, cuya retórica gobierna la arquitectura y se insinúa en la ciudad, revela una opción: parafraseando a G.C. Argan, no dudaremos en afirmar que bajo la retórica de las imágenes subyace una política de las imágenes. Se abre un periodo de propaganda intensiva y multiforme que parece responder a la crisis de la que hablábamos en la introducción, crisis que es a su vez también general y multiforme. Lo que diferencia a la propaganda barroca de todo lo que hemos podido ver hasta ahora es su amplitud, pero también los medios de que se vale: lo propio de la imagen barroca es que suspende las facultades intelectivas; la imagen no demuestra sino que muestra, incita a actos, excita a ciertas prácticas reales y concretas. Se trata, pues, de una vasta empresa de dominación, de educación, de ‘edificación’, que se apoya en la ciudad, en la arquitectura, en las artes visuales.